Ver todos los post sobre el Museo
Todo empezó inocentemente con un post de un autor invitado en el blog del Círculo Escéptico Argentino. José Carreras, del blog Mitos y Timos, escribió sobre una chapa supuestamente transparente que Silvia Simondini presentaba en su museo localizado en Victoria, Entre Ríos. La historia es interesante y recomiendo la lectura del post. Su tesis era que la supuesta transparencia de la chapa era un fenómeno de pareidolia donde los reflejos de otras superficies daban la impresión de que estaba transluciendo el fondo. Personalmente, me parece una explicación convincente.
Pero no todos estuvieron contentos. Alejandro Agostinelli comentó en la página de Facebook del CEA que él había visitado el museo y la chapa efectivamente era translúcida. Siempre estamos abiertos a correcciones, pero la existencia de una chapa transparente sería algo extraordinario. Como dije en ese intercambio, no existe registro alguno de metales transparentes; la existencia de algo de esa naturaleza sería revolucionaria.
Pero de todo eso, incluidas comunicaciones con Celso Aldao que investigó una muestra de la misma chapa y que no encontró transparencia, surgió la idea de hacer un viaje hasta Victoria con el CEA para verlo con nuestros propios ojos. Luego de varias semanas de organización, finalmente el viaje se hizo realidad este fin de semana pasado (14 y 15 de enero). La experiencia fue… difícil de describir. Las fotos ya están subidas a nuestro Facebook y los videos estarán a su debido tiempo en nuestro canal de Youtube.
Fuimos tres los porteños que salimos a las 9:30 en auto hacia Rosario y ahí fuimos recibidos por nuestros compañeros rosarinos en la puerta del hostel. De ahí fuimos a almorzar y luego a caminar por la costanera de la ciudad; vimos el monumento a la bandera y el Parque de España. Finalmente, cuando se hacían las 17:00 nos dirigimos hacia el puente Rosario-Victoria. El pueblito de Victoria es chiquito pero muy lindo, con muchos edificios de estilo colonial y una hermosa vista a los esteros y lagunas. El Museo OVNI, que recientemente inauguró una nueva sede, es promocionado por la intendencia de la ciudad como un punto turístico y ciertamente es una experiencia recomendable crean o no en que los OVNIS son extraterrestres.
El museo
La estética del museo da en el clavo. Según la página de Visión Ovni, fue el artista local, Alejo Diaz, quien se encargó de la decoración y no podría haber hecho un mejor trabajo. La fachada del edificio nos recibe con unos murales con los típicos aliens de grandes cabezas y pequeños cuerpos. Los colores brillantes y imágenes espaciales contrastan con el resto del pueblo, populado por construcciones de estilo colonial y colores neutros.
Adentro, la zona de audiovisuales sigue la misma línea con un enorme paisaje con planetas y cometas. Figuras de acción de Mulder y Scully, Yoda y otros personajes de ciencia ficción adornan la vitrina al lado de la caja. Un equipo de audio pasa música tecno-espacial demasiado fuerte para mi gusto termina de rematar la ambientación (en un momento se podía escuchar una versión remixada de la banda de sonido de Cosmos).
Todo esto podría dar la impresión de que el museo no va en serio, pero nada más lejos de la verdad. Silvia Simondini y su equipo está fervientemente convencido de que estamos siendo visitados y que las luces de colores que presentan en unos interminables videos son evidencia de ello.
La palabra “museo” quizás le quede un poco grande a este lugar. En cuanto a evidencias físicas hay poco y nada. Una esfera metálica / tanque de combustible es el artefacto más prominente luego de la Chapa OVNI y las gigantografías de círculos de cultivo y otros fenómenos. Hay una estantería repleta de estatuillas de pueblos originarios que no está claro por qué están ahí (probablemente haciendo referencia a la teoría de los astronautas antiguos) y unos tubos de ensayo con residuos que tampoco entendí bien qué son o por qué serían evidencia de actividad extraterrestre.
Y es que la atracción principal del museo no son los objetos que en él se exhiben sino las personas que lo organizan. Su fundadora, Silvia Simondini, es muy abierta y no tiene problema en responder preguntas con total sinceridad. Esa sinceridad a veces implica que no quiera develar ciertos detalles (como nombres) por razones de seguridad; por desgracias esto choca un poco con las constantes denuncias de secretismo por parte de los gobiernos y dificulta la honesta investigación de los fenómenos.
Pero esta experiencia fue demasiado como para resumirla en sólo un post. En los próximos daré mis impresiones sobre algunos de los fenómenos que nos presentaron Silvia Simondini y su equipo.
Pablo Flores, de Alerta Religión, también escribió sobre su experiencia. Recomiendo leer su post en donde traza paralelismos entre la religión y la ufología.