Hace tiempo que en este blog escribo casi exclusivamente sobre cambio climático. Si bien en mis inicios posteaba más sobre religión, éste no deja de ser un blog personal cuyo contenido sigue las cosas que me interesan en el momento.
Cuando fueron las discusiones en el congreso para legalizar el matrimonio gay traté de derribar muchos mitos y desinformación. Ahora que se abre el debate por la despenalización del aborto no creo que vaya a hacer lo mismo por cuestiones de tiempo. Sin embargo, ya he tocado 3 temas relevantes a esta discusión que vinculo y resumo a continuación…
1. Falacia del Continuo
Empecemos con lo primero. Una célula fecundada no es un ser humano; un embrión no es un bebé. Muchos anti-abortistas argumentan que como no hay diferencia entre un bebé recién nacido y un bebé de 9 meses a punto de nacer, entonces no se puede hacer diferencia entre un bebé recién nacido y un óvulo fecundado. Esto es un caso de la falacia del continuo. Que no se pueda hacer una distinción exacta, una línea bien definida que separe dos cosas, conceptos, poblaciones, no significa que no haya una distinción entre los extremos.
Decir que un recién nacido es equivalente a un óvulo fecundado es absurdo en el más alto grado. Un cigoto no tiene tejidos, órganos diferenciados, mente, sentimientos, percepción, personalidad. Todas esas propiedades se van desarrollando gradualmente durante el embarazo y el crecimiento.
El argumento es que la “esencia” del ser humano está en el ADN y que un cigoto es un individuo porque tiene un ADN único. Es muy irónico que quienes acusan a los naturalistas de ser reduccionistas por creer que una persona es sólo la materia que la conforma (sin fantasmas en la máquina), luego se dan vuelta y aplican conceptos brutalmente reduccionistas al reducir la vida humana a una molécula.
2. El Síndrome Post Aborto
Haciendo un argumento por otro lado, en muchos sitios anti-abortistas se hace referencia a los efectos negativos de la interrupción del embarazo en las mujeres. Si no hablan del Síndrome Post Aborto (SPA) sólo dicen que es malo y que puede tener consecuencias devastadoras.
El primero punto es preguntarse, ¿y qué? Toda acción tiene su consecuencia y en la medicina siempre hay efectos secundarios. Es la responsabilidad de la mujer el decidir si quiere enfrentarlos o prefiere continuar con el embarazo. Pero en este caso ni siquiera es así. La realidad es que, si bien es seguro que existen mujeres que se arrepienten (como pasa con toda decisión), en general el aborto no es traumático.
En el post que escribí hace un tiempo sobre el Síndrome Post Aborto cito más estudios, pero la conclusión es que “Una revisión de los estudios con buena metodología de las respuestas psicológica de las mujeres estadounidenses luego de un aborto legal y no restrictivo indica que la angustia es generalmente mayor antes del aborto y la incidencia de respuestas negativas severas es baja.”
3. Los fetos no sienten dolor
Este no es un argumento central ya que sólo tiene validez para las éticas del tipo consecuencialista. Sin embargo, nunca faltan los videos explícitos de abortos tardíos. Saber que los fetos no sienten dolor antes de la 24ta semana probablemente no sea un gran argumento para alguien que ve la moralidad como algo en Blanco y Negro, pero sí es un dato interesante para quienes preferimos que nuestros juicios morales sean informados (no determinados) por el conocimiento científico.
De acuerdo con dos análisis de la literatura científica llevada a cabo por el Colegio Real de Obstetras y Ginecólogos del Reino Unido, el feto humano recién comienza a sentir dolor a las 24 semanas de gestación. Según ellos, “el feto no puede sentir dolor antes de las 24 semanas porque sus conexiones cerebrales no están completamente formadas” e incluso afirman que “dado que un feto de 24 semanas no tiene consciencia ni puede sentir dolor, el uso de anestesia no tiene ningún beneficio”.
Ojo, porque también este grupo de trabajo concluyó que “no es realista producir una lista definitiva de condiciones que constituyen discapacidades ‘serias’ dado que no existen técnicas de diagnóstico confiables”, lo cual no sé cómo encaja con la práctica de análisis prenatales. En cualquier caso, el grupo de trabajo recomienda que en caso de “terminar el embarazo” los profesionales médicos deben conducirse sin prejuicios y apoyando a la madre. Algo muy distinto a la situación actual en la que hay que hacer juicios y presentar amparos para que después la justicia se niegue a permitir el aborto de un feto anencefálico.
Ahora que se viene el debate sobre la despenalización del aborto en el congreso argentino, no está de más recordar algunos mitos perpetuados por los anti-abortistas. Estoy seguro que algunos de estos van a aparecer en las discusiones.