Monday 14 March 2011

El verdadero relativismo cultural.

No es un secreto que no soy muy amigo del postmodernismo pero hay una variante que me molesta particularmente y es la concepción popular del relativismo cultural. Cuántas veces me habrán acusado de tirano inquisidor que quiere imponer sus valores sólo por criticar una práctica pseudocientífica o supersticiosa. A cada cuestionamiento de una práctica cultural es seguro que alguien va a poner el grito en el cielo en contra del “paradigma positivista iluminista”. Sospecho que este tipo de afirmaciones molesta aún a los pensadores del posmodernismo académico. Yo sostengo que ese tipo de relativismo cultural es, en realidad, absolutismo cultural y que el verdadero relativismo cultural lo podemos encontrar en el pensamiento crítico.

Al contrario del relativismo, ser escéptico significa darse cuenta que hay que trascender los prejuicios culturales y ver la evidencia de la manera más objetiva posible. Al hacer eso vemos. por ejemplo, que quienes se tratan con quimioterapia tienen una supervivencia muchísimo más larga que quienes se tratan con el cerdo-banana inflable y que quienes utilizan este último mueren con una tasa muy similar a la de quienes no hacen nada. Estos hechos no tienen nada que ver con la cultura, la historia o la sociedad. Si usás un tratamiento, tenés más probabilidades de sobrevivir que si usás el otro. Punto. Hay cuestiones culturales que sí son igualmente válidas para toda cultura; si el color que usan los nenes es el celeste o el rosa es totalmente arbitrario y no se puede decir que una costumbre sea mejor que la otra. Pero en cuestiones empíricas el único árbitro es la realidad misma y con ella no hay valores ni costumbres que valgan; la única forma de ganarle una discusión a la naturaleza es teniendo razón.

El escepticismo nos obliga a ignorar "lo que culturalmente está establecido"; la apelación a la tradición es una falacia. Pero el relativista cultural, en cambio, no sólo no lo ignora sino que lo eleva al nivel de verdad inamovible. La tradición es considerada como la última medida de lo que es válido (aunque sea una validez limitada a la cultura específica) y cualquier cuestionamiento es una herejía. Eso no es trascender los prejuicios culturales, es aferrarse a ellos de manera absoluta. Desde esta visión cualquier intercambio cultural es visto como una violación a la autonomía de los pueblos. Y esto no sólo nos impide condenar prácticas barbáricas como la mutilación genital femenina, sino que no nos permitiría asimilar como propios los valores culturales, tradiciones o conocimientos ajenos. Después de todo, si vamos a ser consistentes, la Primera Directiva debe aplicar para ambas culturas.

Pero la realidad nos muestra que nadie nunca observó esta directiva trekkie. Las sociedades no viven aisladas sino que se comunican, hacen intercambios y se desarrollan. Y éstos son una de las formas que tienen de cambiar y enriquecerse. No olvidemos que de no ser por el intercambio entre moros y europeos, ahora no tendríamos los números arábigos. ¿Quién sostendría una posición relativista en defensa de los números romanos? Sugerir que hay que respetar y mantener los rasgos de una cultura aún en detrimento de la salud y bienestar de las personas es no sólo paternalista e inmoral, sino inconsistente con el accionar que tenemos como agentes culturales. Si una sociedad utiliza un cerdo-banana inflable para combatir el cáncer, es nuestra responsabilidad moral educar (y, viceversa, es su responsabilidad moral educarse) así como también es nuestra responsabilidad entender qué otras cosas hacen e integrarlas en nuestra cultura si es que son buenas ideas (y viceversa).

Este sí que es un relativismo útil, provechoso y que significa respetar a las culturas ajenas en el mismo nivel con el que se respeta la propia. No más ni menos. Nos abre los ojos tanto a las maravillas de otras culturas como a sus atrocidades y nos permite tanto adoptar las primeras como condenar las segundas. Al mismo tiempo, abre nuestra cultura a que cualquier otro adopte y critique. Si yo viviera en un país donde usan el cerdo-banana inflable para tratar el cáncer me resultaría escandaloso si alguien conoce mejores formas de tratarlo y no las compartiera, ¿qué se cree, que es el dueño de la verdad?