Monday 19 November 2012

La ética saganiana del Mass Effect.

Hace poco que terminé de jugar a la trilogía del Mass Effect. Tres videojuegos que, en mi opinión, son un excelente recordatorio de por qué este medio es una forma de arte. Como una especie de homenaje escribí una serie de artículos que publiqué en el blog del Círculo Escéptico Argentino analizando elementos científicos en el universo del juego; anteriormente también había escrito uno uniéndolo con la teoría matemática de Grafos.

Pero aunque creo que el tema de la ciencia y el Mass Effect es un tema que podría llenar las páginas de un libro, creo que hay otro tipo de homenaje que hay que hacerle. Uno ya no de carácter científico sino ético.

Aclaro que el Mass Effect es un juego de rol en el que uno controla las acciones y decisiones del protagonista, el Comandante Shepard, por lo que las líneas que voy a escribir acá probablemente no apliquen a la experiencia de todos los jugadores. Más bien es la visión que yo le proyecté a las acciones de mi Shepard. También aclaro que esto va a contener spoilers y que puede que sea incomprensible para quien no conozca el juego.

Estoy convencido de que la ética que promueve el Mass Effect es una que haría feliz a Carl Sagan. Sí, es cierto que Sagan era un pacifista y el jugador es un militar que se la pasa matando monstruos. Eso es normal para lo que es un juego. Pero si uno mira lo que pasa entre las batallas –el mensaje que subyace por debajo del repetitivo disparar-recargar-disparar– la voz de Carl se puede oír con claridad entre las explosiones.

Durante nuestra aventura en este universo podremos conocer a una gran variedad de formas de vida. Civilizaciones con otras costumbres, otras habilidades y debilidades. Los humanos no somos el ombligo del mundo sino la más reciente especie en integrarse a la comunidad galáctica. El Capítulo 12 de Cosmos especula justamente de una comunidad galáctica de este tipo y de qué pensarán de nosotros estos alienígenas tan avanzados.

elcorLos elcor son pesados y hablan con voz monótona (¡e interpretan Shakespeare!).

Y si bien hay una saludable dosis de excepcionalismo humano que no comparto en lo absoluto, la realidad es que en el universo del Mass Effect, los humanos tienen que aprender a comportarse entre extraterrestres y aprender a aceptarlos. Esa posibilidad de aceptación es uno de los grandes rasgos de la filosofía de Sagan. El optimismo de que el ser humano va a aprender a no matarse entre ellos ni a las otras especies.

La SSV Normandy, nuestra nave espacial con la cual luchamos para salvar a la Galaxia y la más avanzada de la flota de la Alianza (el gobierno humano), es un diseño realizado en colaboración entre humanos y turianos. Un logro importantísimo si se considera que pocos años atrás estábamos en guerra con ellos. La llamada Guerra del Primer Contacto, en la cual los humanos por primera vez conocieron una civilización extraterrestre.

El valor de la diversidad y la democracia es otra pieza importante en la ética del Mass Effect. Uno de los personajes confiesa que la razón por la cual su civilización no pudo escapar de la destrucción era porque carecían de diversidad. Todas las especies eran obligadas a formar parte de los “prothean” bajo su régimen dictatorial. El Consejo de la Ciudadela, el órgano de gobierno de la comunidad galáctica, no es perfecto, pero mantiene una paz relativa mediante la diplomacia, algo que este personaje no logra comprender.

meteamEl equipo de Shepard, formado por distintas especies, e incluso una Inteligencia Artificial.

Más aún, las asari –la especie más avanzada de comunidad– para tener descendencia requiere el apareamiento con un miembro de otra especie. Hay un poco de bio-blablabla, pero lo que se supone que hacen es usar la información genética del otro para aleatorizar el ADN de sus hijos, algo que en realidad pueden hacer con otras asari pero que no está bien visto ya que aprecian la diversidad que proviene de los intercambios interespecíficos.

taliHablando de relaciones amorosas, la batalla de derechos civiles de los homosexuales ya es cosa del pasado. La homosexualidad está aceptada casi universalmente y en el juego hay personajes gays sin darle importancia. No sólo eso, sino que también son aceptadas –aunque en menor medida– las parejas interespecíficas. El personaje principal puede entablar relaciones amorosas con sus compañero/as alienígenas sin ser prejuzgado por los demás.

Es interesante que, entre todo esto, gran parte del obstáculo sea una organización humana activamente xenófoba que busca la supremacía humana por sobre el resto de las especies y que, al final del día, la única forma de salvar la galaxia sea mediante la unidad de toda la comunidad galáctica.

Esta unión, además, es incluso ampliada hacia las formas de vida sintéticas. El arco argumental más significativo, en mi opinión, consiste en la resolución pacífica del conflicto entre los quarians y los geth, creados por éstos como robots domésticos. Una guerra que comenzó y termino antes de que el primer humano llegar al espacio y que fue causada por el miedo hacia el otro. Los quarians, al descubrir que habían creado formas de vida conscientes, reaccionaron mediante el intento de genocidio en vez de la aceptación.

gethpeaceLa paz entre los quarians y geth, luego de 300 años.

Me lo imagino a Sagan, ya no en la nave de la imaginación con forma de diente de león, sino a bordo de una verdadera nave interestelar capaz de llegar hasta los más remotos confines de la galaxia. Ojeando el Mapa de la Galaxia, decidiendo qué nuevo planeta va a explorar, qué nuevas formas de vida conocerá.

Ampliar el círculo moral a todas las formas de vida conscientes, luchar en contra del antropocentrismo, construir un vínculo de mutuo beneficio y respeto entre otras especies, conseguir la paz en el seno de la propia son valores que Carl Sagan probablemente compartiría, junto con el optimismo de que podemos lograr todo eso.