Friday 5 March 2010

Síndrome Post Aborto – distorsionando la ciencia en pos de la ideología.

Hace poco publiqué una entrada pidiendo separar la ciencia de la ideología y mostrando ejemplos de como hay grupos de ideólogos dogmáticos que mienten y malinterpretan la ciencia para justificar sus posiciones morales. También hablé de las similitudes entre los creacionistas y los negacionistas climáticos. (De estos últimos no diría que son necesariamente ideólogos dogmáticos o que tienen intereses ocultos. Muchas veces son personas que tienen la absurda suposición de que el humano, en su pequeñez, no puede afectar el clima global). Y he aquí otro ejemplo con un poco más de complejidad. No es frecuente que, a parte de desestimar estudios serios y distorsionar las implicaciones de los que no niegan, un grupo ideológico cree, de la nada, un nuevo concepto pseudocientífico para justificarse.

Este es el caso del Síndrome Post Aborto (SPA) y demás problemas mentales producidos por el aborto, un invento de la administración Reagan para “rejuvenecer a los conservadores sociales” y tratar de crear evidencia científica que anulara el mítico fallo Roe vs Wade. Sin embargo, Everett Koop (evangélico y anti-abortista) se negó a realizar un reporte que reflejara los efectos del aborto en la salud mental de las mujeres alegando que “los estudios científicos no proveen datos conclusivos acerca de los efectos en la salud producidos por el aborto”, que riesgos psicológicos eran “minúsculos desde una perspectiva de salud pública”. La Asociación Estadounidense de Psicólogos (APA) publicó unos años luego, en una revisión de la literatura médica que concluía:

Una revisión de los estudios con buena metodología de las respuestas psicológica de las mujeres estadounidenses luego de un aborto legal y no restrictivo indica que la angustia es generalmente mayor antes del aborto y la incidencia de respuestas negativas severas es baja.

Más de 20 años después, los grupos anti-abortistas siguen usando esta estrategia falaz y deshonesta. Aunque uno podría pensar, justamente, que en todo este tiempo se pudieron hacer estudios que sostuvieran la existencia del SPA o trastornos mentales producto de abortos. Bueno, en 2007, la APA realizó un nuevo análisis que fue publicado en 2009(pdf). La conclusión fue la siguiente:

… este Grupo de Tareas acerca de Salud Mental y Aborto concluye que la mayoría de los estudios con buena metodología indica que, entre mujeres que acceden a un aborto legal de un embarazo no planeado por motivos no terapéuticos dentro del primer trimestre, los riesgos relativos de problemas de salud mental  no son mayores que los riesgos entre las mujeres que paren un embarazo no planeado. Esta conclusión es mayoritariamente consistente con la propuesta en el primer Grupo de Tareas de la APA (Adler et al., 1990) [el estudio anterior]

Esto es reflejado por una búsqueda propia en Pubmed. La gran mayoría de los estudios y revisiones sistemáticas muestra

Curiosamente, un estudio muestra una relación inversa entre religiosidad y angustia post-aborto. Uno esperaría que fuera al contrario, suponiendo que alta religiosidad supondría más rechazo al aborto (un factor correlacionado con depresión post-aborto). Aunque por otro lado, también existe mayor incidencia en mujeres con poco sostén emocional.

Conclusión

El Síndrome Post Aborto es un diagnóstico inexistente. No hay buena evidencia científica que muestre que los abortos legales y libres causen depresión o problemas mentales en la mujer. El aborto no es, por supuesto, un hecho agradable para la mujer. Pero tampoco lo es un embarazo no deseado, un parto no deseado o una operación de cadera. Que algo no sea agradable no quiere decir, necesariamente, que dejemos de hacerlo. La evidencia muestra que los abortos producto de anormalidades fetales sí tendrían efectos adversos, pero el mismo estudio muestra que sólo el 2% de las mujeres se arrepiente de haber abortado.

Aún así un cabría preguntarse en qué afectaría la política de salud pública la existencia del SPA o algo parecido. En mi opinión, significaría informar a las mujeres de todos los riegos antes de que tengan un aborto, recomendar un seguimiento psicológico luego de la intervención e investigación que apunte a desarrollar medidas para mitigarlo. ¿Por qué prohibiríamos una intervención médica por tener algunas consecuencias adversas? Todo tratamiento tiene riesgos, desde un antiinflamatorio hasta un transplante.